dolce

Gabriel Fauré: Après un rêve, Op.7, 1 cantado por Véronique Gens

Published in: on noviembre 19, 2010 at 11:19 am  Comments (1)  

a J S

Hasta ahora no había hecho frío. La ciudad ya está preparada para poder encender los alumbrados de fiesta con los que ha sido engalanada. Al granado de casa todavía le quedan hojas que el viento puede llevarse, todas doradas desde hace semanas. Enseguida se hace de noche y  siempre me parece demasiado pronto.

Ahora paso más tiempo en casa. No hace mucho decidí que era el momento de ponerme a estudiar para el próximo examen de oposiciones del cuerpo de profesores de enseñanza secundaria de Catalunya. Se rumorea que se convocarán 200 plazas en mi especialidad, Lengua y Literatura Castellana, así que al menos lo intentaré, aunque el examen, quizás -y también corren rumores- sea en abril y no en julio como otros años. De momento estoy con dos cosas a la vez: el temario de oposiciones y el nivell C de catalán, que, si todo va bien, podré obtener en febrero. Sin el nivell C no podré acceder, ni siquiera apuntarme, al otro examen, de modo que la suerte está echada, a pesar de mi esfuerzo.

A veces todavía tengo el privilegio de dar algunas clases, con lo cual, junto a la ayuda que suponen mis ahorros, voy tirando económicamente.  En cualquier caso, ahora sé que necesito este tiempo para mí y que debo aprovecharlo para un posible beneficio futuro. Y también otras veces tengo el privilegio de ser espectadora de algo que me interesa realmente y que no puedo dejar pasar de largo porque ahora, y sólo ahora, se me ofrece el momento. El último fin de semana estuve en una exposición de Picasso y Degas en el palacio medieval del carrer Montcada y, ya de noche, disfrutando del texto y el encanto de la pluma de Chejov en su obra El jardín de los cerezos, representada en el teatro Romea. Agradezco, de corazón, la buena compañía.

Ni siquiera leo nada desde Climas de André Maurois -magnífica narración-, para no distraerme demasiado, por mucho que deje junto al depertador de la cómoda blanca, el volumen azul marino impreso en papel biblia de la obra de Somerset Maugham que me ha prestado J. Después de tanto tiempo leyendo y aprendiendo, creo que me gustaría ponerme a escribir por primera vez en mi vida una novela -casi siempre he escrito versos, líneas de diario y hojas de correspondencia-, pero antes, me gustaría poder preguntarle a mamá algunas cosas que me interesan para poder llevar a cabo mi proyecto.

Ayer por la tarde necesitaba respirar y aproveché el instante en que finaliza el programa de la lavadora para salir a la terraza a tender la ropa. El aire entraba fresco por las fosas nasales y me sentía como si respirase por primera vez. Luego, hasta que oscureció del todo, barrí las hojas que el viento había sedimentado en montones durante todos estos días en las esquinas más recónditas. Me fue imposible arrastrar una granada caída del árbol y un caracol, la primera pegada al suelo por su almíbar, el caracol aferrado como una ventosa. Me despreocupé de ambos y me puse a igualar el espesor de la hiedra que, desde hace tres décadas, reposa sobre los muros. Y entonces no sólo percibí el agradable contacto del frío, sino también el aroma de un bálsamo suave, formado por el olor de la savia y el jabón con que había sido lavada la ropa.

Published in: on noviembre 17, 2010 at 9:08 pm  Comments (2)  

Mis sobrinos

Published in: on noviembre 4, 2010 at 8:53 pm  Comments (1)