Balance

Se termina el curso escolar y termina con él, de nuevo, mi trabajo hasta septiembre. Apenas me quedan ya los pocos alumnos que hacen sus exámenes finales o de recuperación en las últimas fechas lectivas de esta semana, además de los del centro social y los de la academia, que permanecen hasta final de mes. Julio y agosto supondrán un merecido descanso.

 

Este año se ha presentado como uno de los más duros que recuerdo. Amanecí el primero de enero en la casa barcelonesa de la chimenea con un nudo en la garganta de pena, de frustración, de rabia por lo que pudo haber sido y no fue; me refiero a un largo período que se saldó con una ruptura. Me costó levantarme de nuevo a la vida, impermeable a los rayos del sol, a las voces alegres y festivas, a los regalos y a la familia, envenenada de recuerdos… Pero el reloj seguía marcando las horas y yo debía seguir su cadencia, puesto que el tiempo no se detiene para nadie.

 

Descubrí la soledad, en todo lo que tiene de malo y de bueno. El trabajo supuso una tabla de salvación, tanto para concentrar mis energías en algo que creo realmente valioso y puedo hacer bien -la enseñanza-, como en el aspecto económico -el hecho de ser capaz de costeármelo todo por mí misma-. No en vano ha sido larga e intensa cada jornada. Pero ha merecido la pena, y a menudo recibo llamadas de alumnos que agradecen lo que he hecho por ellos. Les respondo que es mi deber orientar cuando uno está perdido y que la enseñanza no es cosa de uno, sino de dos, como toda correspondencia. Lo mismo que la amistad, por otra parte. Y en cuanto a ella, he reforzado los lazos con los amigos que ya tengo y añadido a mi lista interesantes y maravillosos hallazgos.

 

La vida puede cambiar en un instante. La última vez que miré hacia los setos que rodean los abedules del bulevar, no había la profusión de pequeñas y arracimadas flores púrpura que los adornan ahora. Hoy quiero creer que, a pesar de todo, soy al menos un poco mejor persona.

Published in: on junio 19, 2008 at 12:30 pm  Comments (5)  
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Hier soir

M. A. me ha avisado de que hoy no puede acudir a la clase de las seis; I. no creo que venga, ya que faltó todas las clases anteriores desde mediados de mayo; así que he venido sobre todo por la persona que me llamó tan interesada por la actividad la semana pasada. Pero temo que tampoco aparezca, pues la clase comienza a en punto y ya pasan diez minutos. No importa; jamás me he desesperado por situaciones como ésta. En contrapartida, venir hasta aquí me ha supuesto un largo paseo  -siempre beneficioso para cuerpo y mente-, y la ocasión de poder escribir tranquilamente algunas líneas en mi cuaderno.

 

La clase que había preparado para hoy versaba sobre la ciudad de París, cuyo mapa se distribuye en veinte distritos -arrondissements- dispuestos en forma de caracol. En el núcleo del caparazón se encuentra el distrito número uno o del Louvre. En el cuatro, las islas que dividen al Sena en dos brazos, una de las cuales -la Cité, donde habitó en un principio la tribu de los Parisii- dio origen a la población y a su topónimo. No está de más saber que en el quinto se encuentra el Barrio Latino, en el sexto Saint-Germain-des-Près, en el séptimo la Torre Eiffel y el Museo d’Orsay, en el décimocuarto Montparnasse o Montmartre en el décimoctavo.

 

Ha pasado media hora. Volveré tranquilamente a casa bajo esta lluvia menuda de primavera agonizante. Y pasará la tarde, dilatada, espesa, hasta que las luces de las farolas conviertan la ciudad en lo que siempre parece, bajo otra luz, otro escenario. J’aimerais qu’on dirait alors, au moins pour un instant, la ville lumière!

 

Published in: on junio 11, 2008 at 7:24 am  Comments (3)  
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Suerte

Hace años, junio era un mes de moscas y de ríos. Los que acudíamos al colegio o al instituto nos mostrábamos inquietos por el calor; tan sólo las primeras horas de la mañana permitían el peso de una chaqueta.

 

Lo que no ha cambiado es la temporada de exámenes en la misma época, algo que, con calor o sin él, resulta siempre pesado y angustioso.

 

Apenas falta una semana para que termine el curso escolar, sin embargo, a pesar de lo poco que queda ya, la tensión de los exámenes finales y la Prueba -incipiente- de Acceso a la Universidad  para los que han superado el Bachillerato, convierten a estas fechas en algo inolvidable para alumnos y profesores por la ansiedad que conllevan.

 

Nunca me encargo de poner o evaluar exámenes pero sí ayudo a prepararlos. El terror al examen, a veces excesivo, me llega a parecer en la mayoría de los casos injustificado. ¿Cómo poder convencer a los alumnos o a sus padres de que un posible “fracaso” no sería para tanto? Ojalá en la vida existiesen tantas oportunidades de recuperación para otras cosas.

 

En cualquier caso, formulo mi deseo de suerte a todos aquellos que por su esfuerzo continuado merezcan lo mejor a nivel académico.

 

 

Published in: on junio 10, 2008 at 6:36 am  Comments (2)  
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Apresúrate despacio

Todavía faltan unas horas para el amanecer. He decidido levantarme porque me he desvelado y, en vez de ponerme a leer el libro que ya había cogido de la estantería, finalmente he optado por escribir hasta que me entre de nuevo el sueño.

 

Este lunes será un día intenso, me temo. Aparte de las clases que tengo que dar, debo hacer promoción de la oferta de un nuevo Centro Social que se abre en la ciudad donde -si las cosas van bien y hay demanda suficiente- la actividad de Francés estará a mi cargo. También tengo que sacarme fotos para el DNI -caducado hace más de un año- y guardar cola en la Policía para tramitar el documento. Y toca pagar el alquiler y el recibo del agua, además de dejar preparada una exposición de dibujos de niños para el próximo Día del Libro. Todo se andará… Adelante, pero sin correr, no vaya a ser que me caiga…

 

 

Published in: on abril 7, 2008 at 7:41 am  Deja un comentario  
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He salido a comprar comida y arena para Tito, el gato, cada día más mimoso y juguetón. Tito me alegra los días con su vitalidad y me hace una grata compañía, además de calentar mis pies todas las noches. En cierta manera, nos hemos salvado la vida mutuamente. No me importa confiarle el gato a G. cuando tenga que ir a alguna parte; sé que él es la persona que mejor puede cuidarlo y quien sabe disfrutar mejor con sus travesuras y sus gestos, pues ambos se conocen muy bien.

Me alegro de que G. y yo prosigamos con nuestra amistad, pues sería una lástima no volver a poder compartir todo aquello que nos hace tan afines, sin olvidar la simpatía y el aprecio que nos tenemos. Hoy le decía cuánto me gustaría visitar un laberinto -de esos hechos con setos recortados- y entonces él me dijo que ya conocía uno: él. Nos reímos. Recordé que a mí misma alguien me llamó no hace mucho “arquivolta gótica”. Por simples que seamos o creamos ser, siempre somos extremadamente complejos, pienso que se debe al propio hecho de ser humanos. Quizás a G. le apetezca venir el próximo martes a ver una película de Jacques Tati en la Filmoteca. Se lo propondré si no está ocupado.

He comprado un dulce regalo para Ru. que le daré el sábado, cuando venga a ponerme a punto el ordenador. Ro. y yo seguramente fumaremos algún cigarrillo de sabor tostado sin prisas.

Estoy pintando algunas cosas en pequeño formato, antes de ponerme con un lienzo grande, con el que quiero obsequiar a ambos.

Trabajo, estudio y la vida fluye.

Tengo pendiente una visita con C. al Museo de Bellas Artes.

J. me ha invitado a pasar un fin de semana en una bonita casa rural.

Vuelvo a escribir más a menudo. Esta vez lo hago desde la cafetería Parsifal justo antes de la primera clase de la tarde.

Published in: on febrero 20, 2008 at 5:17 pm  Comments (1)  
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Impression soleil levant

Acaba de amanecer. La calle se ha llenado paulatinamente del murmullo de los coches y las personas que se dirigen al trabajo y a sus ocupaciones. Las farolas, todavía encendidas, parecen grandes adornos de luz anaranjada; sin duda se avecina un día espléndido como el de ayer.

Ayer acudí a clase de guitarra. Me sorprende saber que ya puedo tocar algunas melodías que me gustan y acompañar canciones conocidas. Uno de mis compañeros me regaló un disco grabado con su voz –un talento oculto. D. decía, al bajar las escaleras, que sólo cantaba cuando estaba solo-. Más tarde, en clase de pintura con los niños, sobra un sitio y me siento entre ellos para que me vean pintar una acuarela: “también se aprende observando”, no dejo de decirles, aunque poco caso me hacen pues ya se sienten alterados a un mes del comienzo de la primavera. Hace semanas que los ciruelos de pissard, las mimosas y, más recientemente, los magnolios chinos, muestran sus flores. Renovación. Reencuentro con lo conocido. El ciclo de la vida pasando una vez más sobre el mismo punto.

Antes de la clase de las 16:00 me tomo un café en algún lugar, pero siento la urgencia de salir a respirar aire fresco. Me quedo durante un rato sentada en un banco sumergido en sol y cierro los ojos. La alegría. Respiro tranquila como si el tiempo no pasase. No tengo prisa, todavía no sé que no debo tenerla; una alumna me avisa con un mensaje que no puede recibirme. Regreso a casa y preparo otra clase: le subjonctif présent avec des exercices. Intento ser sencilla y eficaz en mis explicaciones.

He sabido que mi cuñada eslovena y M., mi mejor amiga, están embarazadas aproximadamente de dos meses. Sonrío imaginando a las criaturas que tendrán. Me llena de ilusión saber que esos niños van a fomar parte, también, de mi vida.

Impression soleil levant

Published in: on febrero 14, 2008 at 7:59 am  Deja un comentario  
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II

Me siento bien, mucho mejor de lo que hubiera imaginado un mes atrás. La soledad ahora, lejos de ser mi enemiga, se ha convertido en mi aliada. Mi cuerpo y mi mente se muestran relajados. Ya puedo abrir las ventanas orientadas al sur de par en par cada mañana y dejar que entre el sol y lo inunde todo, hasta el último centímetro de mí misma. Me dejaré llevar por la vida como una barca que se mece en un río tranquilo una tarde de verano. Ya no me preocupo más que por lo verdaderamente preocupante –nada, en este momento-. Y los días transcurren con fluidez, como la sangre que bombea mi corazón hasta cada una de las células que me forman.

Temía que el tiempo se alargase más de lo que desearía y dejase espacio al aburrimiento o la melancolía. Debo decir que tampoco, en este caso, ha sido lo que pensaba. Mi actividad no me lo permite, más aún si a ella se suma la responsabilidad, el cuidado completo de mi casa y de mí misma, sin olvidar los momentos entre los que quiero o el tiempo de ocio, necesario para el descanso y el sueño, para la preparación del trabajo y el estudio que me sirven de medio de vida y que tanto, sin duda, me satisfacen. Debo ajustarme, sin embargo, a una vida más humilde todavía, pero soy consciente de que tengo suficiente para pagar un alquiler, para alimentarme y aun para permitirme algún capricho. No puedo pedir más. Me siento afortunada y quizás soy bastante más fuerte de lo que creía.

El trabajo resulta más intenso en época de exámenes. Pero después de eso me fortalezco con la idea de unos días libres como estos de Carnaval. Y vuelvo a la escritura y al dibujo, a la lectura y a los amigos, a la música, a todo lo que me gusta. Hace unos días compré una preciosa guitarra de madera de cedro y palosanto, de color tostado y clavijas de nácar. Practico con paciencia Asturias, de Isaac Albéniz. Y con las notas, que se diluyen en el aire, se diluye un poco de mi dolor y se van cerrando heridas de otro tiempo.

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Published in: on febrero 4, 2008 at 9:44 am  Comments (3)  
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Carta

Querido C.:

¿Cómo estás?; espero y supongo que muy bien.

Fue un verdadero placer recibirte el otro día; eres una persona con mucho que ofrecer. Yo también lo tengo todo por dar y me gusta intercambiar conocimientos con otras personas. Vuelve cuando quieras a nuestra casa. Nos encantan las buenas tertulias, más aún si están amenizadas con buena música y con cosas ricas para degustar, aunque lo primordial sea siempre la buena compañía.

Y ¡qué bonito regalo!, creo que nunca sabré agradecértelo como se merece… Espero que puedas disfrutar de mi libro de gallego tanto como yo estoy disfrutando de los métodos de guitarra. Ayer ya me puse a estudiar una pieza inglesa del siglo XVI, sencilla y preciosa -el ejercicio nº 3-, aunque sólo alcancé, por el momento, a sacar las notas de la melodía principal. Con tiempo podré llegar a algo decente, claro que sí.

Me pareció incluso emocionante cómo hablabas sobre las lenguas. Es algo que no se oye a menudo, sobre todo en estos tiempos en que las nuevas generaciones se conforman -y hasta se jactan de ello- con comerse letras para comunicarse más rápido y gastarse menos dinero en mensajes a través del teléfono móvil y del messenger. Es una lástima. Comprendo que eso se haya convertido en un código sustitutivo; lo que no comprendo es que descuiden las riquísimas posibilidades de la lengua escrita en otros ámbitos como la hoja en blanco, la creación literaria, la correspondencia de papel… A menudo me preguntan por qué la lengua utiliza la h si “no sirve para nada”, o la b y la v, “si tienden a confundirse”… pero ignoran un aspecto importante y precioso: la etimología. Las palabras heredan su grafía como nosotros, quizás, el color de los ojos o la forma de los lóbulos de las orejas. Pero sobre todo esto habría todavía mucho que hablar…

Me satisface además que un hombre “de ciencias” como tú se interese por otros mil saberes, entre ellos la lengua. A veces me da mucha pena que se haga una división tan estanca, tan radical, entre ciencias y letras, cuando yo creo que no son saberes excluyentes -como ninguno, por otra parte- sino complementarios. Yo misma estudié el Bachillerato por ciencias puras. En el COU escogí tan sólo por gusto una opción que me ofreciese la posibilidad de adentrarme un poco en la Historia del Arte y, más tarde, estudié Filología Hispánica. A mucha gente le ha chocado mucho mi trayectoria, mientras que a mí no me ha dado más que satisfacciones. Llevo toda mi vida estudiando y hoy en día y, pensando incluso en el futuro, aunque ya sea profesora, no tengo intención de dejar de ser nunca alumna. Seguro que a ti te pasa lo mismo. Del mismo modo que lo tengo todo por dar, también lo tengo todo por aprender.

Te contaría mil cosas más, ya sabes lo mucho que me gusta escribir y hablar, pero iré haciéndolo poco a poco.

Te diré, sin ir más lejos, que también, como a ti, me encanta la fotografía y que antes siempre utilizaba una cámara alemana manual Voigtländer que perteneció a un tío, hermano de mi padre, que nunca llegué a conocer, y que se la transmitió a este último. Mi padre se compró luego otra, muy bonita y muy buena. Pero ahora mi madre, que nunca hace fotos, se ha quedado con las dos. Todavía conservo algunas fotografías que hice con aquellas cámaras. Acabo de escanear una para enviártela. La he titulado Otoño, y en ella capto el momento en que todavía pende una última hoja de las ramas ya desnudas de los árboles. Espero que te guste.

También te envío una traducción mía de un relato hermosísimo escrito por Ramón Otero Pedrayo, de quien te hablé la otra tarde. Espero que disfrutes de su lectura.

Mil besos y abrazos,

R.

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Published in: on noviembre 11, 2007 at 6:00 pm  Deja un comentario  
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Otoño

Los días fluyen unos tras otros.

Hace unas semanas que estoy enfrascada en mi trabajo. Nunca he tenido tantos alumnos particulares como en este curso y no acabo de comprender muy bien a qué es debido. Mis anuncios figuran siempre en un periódico y he repartido papelitos de colores por la ciudad con mi oferta, pero eso no justifica, más que otras veces, la afluencia. El caso es que en mi agenda no figura apenas un hueco por las tardes. Las mañanas están más libres de momento, hasta que comience a dar las clases extraescolares de Dibujo y Pintura en el mismo colegio de de Educación Primaria que los tres cursos pasados.

De momento estoy muy contenta con todo ello; necesitaba trabajar -soy de esas personas a las que satisface, y mucho, su trabajo- y reponer los gastos del verano. Pero elegiré el momento en el que debo decir que no, si otra horda de alumnos me pide que los atienda. Realmente, nunca me había visto en esta posible disyuntiva. Si bien valoro mi trabajo como cosa fundamental en mi vida, valoro de la misma manera tener tiempo para mí y para los que quiero, para poder disfrutar de momentos que no se desarrollen exclusivamente entre cuadernos y explicaciones. Por eso también este curso he decidido regalarme algo personal que consiste en asistir como alumna a clases de Guitarra Clásica.

Hace tiempo que estudié música en el que fue mi colegio en Vigo, las Escolas Nieto, para apuntarme luego a los estudios de Solfeo y Canto Coral en el Conservatorio Superior de la ciudad, que terminé con éxito a la edad e quince años… A falta de tiempo, una vez más, había dejado de estudiar con rigor un instrumento -tengo conocimientos, gracias al patronato Escolas Nieto, de Flauta de pico, Travesera y Piano-, lo cual constituyó más tarde una de mis asignaturas pendientes. Acudo a clase con entusiasmo y ya sé afinar las cuerdas correctamente, rascar en diferentes ritmos algunos acordes y el funcionamiento y ejecución de algunos arpegios. Mi profesora, jefa, colega y amiga en su Academia de Enseñanzas Artísticas, me presta una guitarra hasta diciembre.

Sin embargo, no he encontrado espacio para las clases de Yoga, al menos hasta que mis horarios sean totalmente definitivos. Pero no he dejado ni el ejercicio físico -camino muchos kilómetros a lo largo de la semana entre algunos domicilios- ni la meditación. Como suelo terminar tarde, ya de noche, la vuelta a casa bajo la oscuridad, con este tiempo que ya empieza a ser frío y húmedo, a veces bajo la lluvia, en calma, bajo los árboles de hojas oxidadas, sola, sin otra conversación que mi pensamiento y sin más referencia que la observación de lo que me rodea, evoco aquella feliz y placentera vuelta a casa desde el Conservatorio durante los primeros años de mi adolescencia, descendiendo la colina de O Castro bajo los espesos castaños de indias, hundiendo mis pisadas en un suelo de tierra hasta llegar a las aceras que desembocan en la Praza de España y girar a la calle Pizarro con los libros bajo el brazo…

 

Published in: on octubre 13, 2007 at 4:03 pm  Comments (8)  
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